
Mykonos no era el destino… era el permiso
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Una isla que no solo me regaló belleza, sino libertad. Y una parte de mí que ya no quiero soltar.
Hay viajes que elegís con el dedo en el mapa.
Y otros que te eligen ellos.
Mykonos me encontró así: con el corazón un poco cansado, con ganas de sol y de silencio.
Y sin saberlo, también con ganas de volver a mí.
Todo el mundo habla de Mykonos como si fuera solo una fiesta.
Y sí, tiene eso: playas con DJs, tragos con vista al mar, cuerpos dorados y fotos perfectas.
Pero yo no fui a buscar eso.
Yo fui a buscarme.
Y lo encontré todo… menos la fiesta.
Mykonos fue mi permiso para frenar.
Para desayunar mirando el mar sin apuro.
Para caminar entre casitas blancas que parecen dibujadas,
y descubrir que el silencio también puede abrazar.
Me acuerdo de una tarde en la playa de Agios Sostis,
casi vacía, el mar en calma, el viento suave.
Me saqué los zapatos. Cerré los ojos.
Y por primera vez en mucho tiempo pensé: “Estoy bien acá. No necesito nada más.”
Mykonos también fue espejo.
De esa parte mía que quiere belleza sin tener que demostrar nada.
De la que quiere estar linda solo para mí.
De la que baila sola en una terraza con vino griego y la piel salada.
De la que se ríe bajito y dice: “¿Viste? Al final sí sabías cuidarte.”
No me enamoré de alguien en Mykonos. Me enamoré de estar sola.
Del ritual de elegir dónde cenar.
De perderme entre las calles de Chora hasta encontrar esa tiendita mínima con la pulsera que hoy me sigue acompañando.
De ver el atardecer desde el faro de Armenistis con el corazón abierto.
Hay algo en las islas que te vuelve simple. Y real.
Mykonos me despojó de ruido.
De expectativas.
De tener que ser.
Y me dejó ser.
No tengo muchas fotos de ese viaje.
Casi no grabé nada.
Porque, por una vez, no quería guardar el recuerdo, quería vivirlo.
Y te juro que todavía lo siento.
En los días grises, en las noches de dudas,
cierro los ojos y me acuerdo del sol cayendo en Mykonos.
Y me vuelvo a prometer:
no me voy a olvidar de mí.
¿Estás esperando el momento perfecto para regalarte un viaje sola?
Spoiler: el momento perfecto no llega.
Lo tenés que crear.
Como esa isla blanca en el mar azul que te está esperando sin apuro…
para recordarte lo más simple:
que vos también sos tu lugar favorito.
Con amor y mar,
Jacquie
Itineris Travel Planner